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Encargo Social de la Universidad

Contribuir activamente al desarrollo endógeno integral y sustentable en nuestra área de influencia territorial, con la participación activa y permanente del Poder Popular, abarcando múltiples campos de estudios, bajo enfoques inter y transdisciplinarios, para abordar los problemas y retos de su contexto territorial, de acuerdo con las necesidades del pueblo, a partir de las realidades geohistóricas, culturales, sociales y productivas, ayudando a conformar una nueva geopolítica nacional.

Federico Brito Figueroa

Nuestro Epónimo

Nacido en el Barrio La Otra Banda de La Victoria, el 2 de noviembre de 1921, tuvo por padrino al doctor Santos Cerró, médico, boticario y comunista, de quien recordaba gratamente haber recibido el libro de Nicolás Bujarin: El Materialismo Histórico, con el cual se inició en personalidades y el ambiente la literatura marxista, e influido por otras político en La Victoria, formó filas en el Partido Comunista; “el PCV de esa época”, apuntaba. Como cuadro político contribuyó a formar ligas campesinas, sindicatos, uniones de obreros y grupos de campesinos en poblaciones de los Valles de Aragua.

En 1946 egresó del Instituto Pedagógico Nacional con el título de Profesor en Historia y Geografía formando parte de la Promoción Juan Vicente González, ejerciendo la docencia en educación media, por su militancia política, fue a prisión bajo la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez; después fue confinado a San Felipe, estado Yaracuy, en condición de ciudad por cárcel. Para entonces ya había publicado en 1949 sus primeras aproximaciones al tema histórico – social en Venezuela un folleto sobre: La Liberación de los Esclavos en Venezuela.

En el viejo Instituto Pedagógico aprendió con grandes Maestros de la época, entre los cuales recordaba a varios extranjeros: Juan Gómez Millas, chileno; Luis Arosena, argentino; Pablo Vila y Juan David García Bacca, españoles, y entre los venezolanos. Durante esta etapa durante su formación como historiador fue influido por cuatro o cinco personas: Héctor García Chuecos, que le enseñó a tocar el documento; Augusto Mijares, con su concepción conservadora – liberal de la Historia, y muy meticuloso en cuanto a referencias; J. M. Siso Martínez, J.M. Alfaro Zamora; y Rafael Pinzón.

Después de pasar cuatro años por la cárcel en Venezuela, salió a México y estuvo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia donde está presente la inmigración española y en el Colegio de México. Su gran Maestro fue un exiliado español llamado José Miranda; fue alumno de Wenceslao Roses, traductor de “El Capital” el cual le dio Teoría Económica y es ahí donde comenzó a aproximarse a la Escuela Francesa, la Escuela de los Annales, y a Marc Bloch. Durante su permanencia en México, además de “conocer” al autor de Apología de la Historia o el Oficio de Historiador, se acercó a la obra de Ernesto Labousse, Pierre Vilar, Fernand Braudel, Albert Soboul, Lucien Febvre y Francois Chevallier.

Al caer la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958 retornó al país con el título de Maestro en Ciencias Antropológicas obtenido con la tesis: Desarrollo económico y proceso demográfico en Venezuela. No contaba cuarenta años cuando regresó equipado con teoría, técnica y método para consagrarse al oficio de la Historia.

Ingresó a la Universidad Central de Venezuela y al Instituto Pedagógico Nacional con cargo de docente; en la misma Universidad Central se abrió la posibilidad de impartir la asignatura “Introducción a la Historia” que administraba Luis Beltrán Guerrero, y desde ese momento comenzó a difundir los conocimientos adquiridos en México, a ahondar en las tesis de Marc Bloch, y a aplicar técnicas en la investigación y el método marxista en los análisis históricos.

En 1960 obtuvo en la UCV la Licenciatura en Historia, y en 1962 defendió su Tesis doctoral en Antropología e Historia: La Estructura Económica de Venezuela Colonial.

“Rodolfo Quintero y yo fuimos de las primeras camadas de Antropólogos. Yo soy el segundo doctor en Antropología de la Universidad Central, después de Rodolfo Quintero”.

Esta tesis se convirtió poco después en una fuente obligatoria de consulta para investigadores de las Ciencias Sociales, tanto por la globalidad de tema – problema investigado, los datos y las fuentes, como por el método y la metodología empleada para estudiar la intrusión violenta de una cultura ajena a lo autóctono, hasta incorporar este continente a los centros de desarrollo preindustrial afincados en Europa. D.F. Maza Zavala dice en el prólogo a la primera edición: “Considerada así, la historia destaca su poderoso valor como ciencia social que se nutre de la materia prima de los archivos documentales y de los testimonios materiales subsistentes, para entregar, en manos hábiles de artífice de la retrospectiva, una visión analítica de las raíces de nuestra hechura de nación y de nuestro drama económico. Lejos queda la pura narrativa, la acumulación insustancial de hechos o el intento de llenar vacíos documentales con la conjetura infundada por no científica...”[1]

Ya formado y con madurez de historiador, comenzó a desarrollar el plan de la Historia de Venezuela con propósito de obra y no de un libro suelto. Construyó el método partiendo del tiempo aborigen y definió como hipótesis de trabajo la Historia económica y social, reafirmando la convicción del hecho económico en el ser humano en tanto ser social, binomio indisoluble, e improbable de estudiarse y comprenderse históricamente por separado.

En 1991, Oldman Botello le preguntó: ¿Qué es para usted la Historia? Al cual le respondió “Es la comprensión de los hechos del hombre, en el pasado y en el presente”[2]. Una derivación cabal y honorable que la declara cuando ya había desarrollado los estudios de post grado en Historia en la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, Universidad Santa María, Universidad José María Vargas, en Caracas; Instituto Pedagógico de Barquisimeto conjuntamente con la Universidad Lisandro Alvarado, así como en el Instituto Tecnológico de la Victoria (que hoy se llama Universidad Politécnica Territorial Federico Brito Figueroa).

Su tesis doctoral es la conocida obra La estructura económica de Venezuela colonial, escrita en 1963 y publicada en 1978. La tesis del doctor Brito Figueroa es un instrumento teórico para el análisis y comprensión de nuestra realidad contemporánea, donde la conceptúa de: “...historia farisaica o historia asociada. Historia asociada a los intereses coloniales en el estudio del pasado nacional, historia igualmente asociada a los intereses extranacionales y foráneos en el estudio del presente...”[3] que resultaba encubridora de la dominación foránea.

A lo largo de su vida escribe más de 30 libros y es reconocido con innumerables galardones nacionales e internacionales, como el premio Municipal de Prosa; el premio Andrés Bello, mención Historia otorgado por la Asociación de Escritores de Venezuela; el Premio Nacional de Historia de la Academia Nacional de la Historia; y el premio Casa de las Américas por su libro Venezuela siglo XX". (Tomado de Rostros y Personajes de Venezuela, página 245)

Puntos claves de su obra son la esclavitud, el general de la Guerra Federal venezolana Ezequiel Zamora, y la historia económica y social de la colonia.

Una de las claves fundamentales de su obra, a la vez que aporte principal en el estudio de nuestra Historia es el papel que le adjudica al pueblo como “agente histórico” y no como “masa amorfa, barro vil y moldeable en manos de los despóticos régulos militares o de los demagogos, sus testaferros intelectuales”[4], según anota en Las insurrecciones de los esclavos negros en la sociedad colonial venezolana. En su obra histórica el pueblo aparece como una hacedor, como un creador del devenir en calidad de protagonista; el pueblo es impulsor de transformaciones socio – económicas, con lo cual reivindica su condición trascendente, sobre todo frente a la historia oficial que lo coloca uncido a las determinaciones del amo, del latifundista, de la figura emblemática de la inteligencia y del orden.

Lo trascendente de este científico social es su obra escrita, el método para abordar lo los problemas que sintetizó luego en categorías de análisis. Trasciende igualmente por su empeño en la formación de investigadores, su labor docente, la difusión de las investigaciones a través de libros, Revistas, Gacetas, prensa y eventos. En este sentido escasean, lamentablemente, maestros que dejen herencia en el campo de la Historia.

Toda una generación de profesores e investigadores formados por Federico Brito Figueroa se encuentran esparcidos en Venezuela y el exterior, desarrollando actividades docentes en Instituciones universitarias y Centros de Investigación, todos originados por el impulso dado a los estudios de post-grado en Historia en varias instituciones de educación superior, sobre todo en la Universidad Santa María donde logró concentrar lo que algunas figuras de las ciencias sociales llamaron la “Escuela de Caracas”.

Los aportes de su obra perviven porque superó la concepción histórica basada en la épica, en la hazaña, y en la descripción del proceso histórico en términos informativos y descriptivos, historia de grandes héroes y batallas, de lenguaje ampuloso, en ocasiones aderezada con fábulas que extasiaban al lector, resultaba poco o nada útil al aprendizaje crítico y reflexivo de la Historia como instrumento para la liberación, porque entre otras cosas, el factor de cambio social pueblo aparece como objeto y no como sujeto.

La obra del Maestro Brito Figueroa está articulada en varios libros y escritos que responden a un plan de estudio y análisis de la Historia Económica y Social de Venezuela. Obra por la concepción del problema total, el método, la estructuración del trabajo, la relación del proyecto, el uso y aplicación de las categorías, la diversificación de los resultados y por el debate generado entre científicos sociales.

La “irreverencia” de Brito Figueroa le permitió plantearse hipótesis en términos de libre arbitrio, confrontando realidades profundas que finalmente lo persuadieron de ser un historiador disidente, tal como tituló su último libro: Historia militante y disidente.

Otro aporte fundamental se concreta en el análisis del Estado como estructura y plataforma de las clases dominantes en Venezuela, a las cuales califica de oligarquía financiera nativa o aristocracia del dinero, cuyos orígenes los ubica hacia la sexta década del siglo XX, como resultado del desarrollo interno del capitalismo dependiente y su relación con la economía trasnacionalizada a escala internacional.[5] Para llegar a esta tesis caracterizó primero el Estado neocolonial surgido en el contexto de post-guerra mundial; cuyo modelo comenzó a perfilarse paralelo a la explotación de los hidrocarburos con capitales provenientes de los grandes centros financieros del mundo capitalista, para lo cual la oligarquía latifundista y comercial decimonónica, agotada en su propia aridez, ya en fase de desconcierto al concluir el siglo XIX, sirvió de intermediaria para la neocolonización, o más claramente, para el incursión de los monopolios como fuerza de poder en las Instituciones estatales. Brito Figueroa profundizó en la Historia de una República secuestrada desde los inicios de su vida independiente por la oligarquía que formaban latifundistas, comerciantes, usureros, sus ideólogos y caudillos militares, (incluyendo la iglesia católica como Institución propietaria), que al mismo tiempo eran operadores de la educación y de la opinión pública.

Esa oligarquía y los grupos periféricos que compartían el poder con los jefes militares –carentes de moral republicana y del sentido de lo nacional venezolano–, estafaron el sacrificio del pueblo en su legitima lucha por la libertad, por la tierra para vivir, por la igualdad ante la justicia y la educación, y la participación en las decisiones políticas y ciudadanas. Así concluyó el siglo XIX, prolongado en su crisis económica hasta los inicios de la renta petrolera. Desde entonces la disminuida estirpe heredara de aquella oligarquía agraria buscó albergue a la sombra de los balancines petroleros.

Poco después Venezuela fue convertida en factoría exportadora de petróleo y reexportadora del capital invertido por los monopolios a través de la importación de mercancía y tecnología, en un ciclo incesante que dejaba vacío el subsuelo, mediatizada la soberanía y formadas importantes fortunas en manos de la clase nueva – rica a cuenta de pago “por favores recibidos”.

Esa oligarquía fue “colaboracionista” fundamental en la entrega de la riqueza minero – extractiva y en la violación a la soberanía nacional. Se asumió cómplice en la inserción de “agentes socio – antropológicos” hostiles a la cultura vernácula, para apoyar los objetivos del imperialismo en su propósito de implantar referentes culturales garantes de la dependencia. Así ocurrió en las décadas iniciales del siglo XX, cuando Venezuela fue asediada por comisionistas (algunos de ellos venezolanos), al servicio de los monopolios financieros e industriales anglo – sajones y norteamericanos.

Los monopolios buscaba la forma de asegurarse la explotación de petróleo y el retorno del capital invertido. En esos propósitos fue determinante el papel desempeñado por los propagadores de la cultura estadounidense a través de textos educativos, libros, magazines, folletería diversa, bisutería, revistas de modas, mercancía de uso doméstico, música, películas, vestimenta, calzado, alimentos envasados, equipos domésticos, confitería, vajillas, calendarios, muebles, prendas, foto – afiches, equipos fotográficos y sonográficos, máquinas de escribir, herramientas para la agricultura y toda clase de fruslería, pudiendo agregarse modalidades de recreación, clubes sociales, deportes, ritmos bailables, automóviles, arquitectura y hasta formas de vida familiar. Así, penetrando en los conductos neurálgicos de la economía y la cultura venezolana, se introdujeron códigos culturales ajenos a los caracteres venezolanos hasta reproducir en nuestro país el neocolonialismo y la “american way of life”.

Terminada la Segunda Guerra Mundial y definida la supremacía de Estados Unidos como potencia mundial, esa clase social aprobó la presencia militar y Agencias de seguridad extranjeras dentro del país, bajo el argumento de la amenaza comunista. Y cuando el Presidente Rómulo Gallegos fue derrotado, celebró en notas de prensa la restitución del orden y la disciplina del país. Su comportamiento ante las nuevas concesiones petroleras cedidas por Pérez Jiménez no dejó dudas sobre sus conexiones con los monopolios internacionales y la aprobación para subordinar a Venezuela.

El papel de los monopolios fue investigado por Brito Figueroa con hondura de método, concluyendo que entre 1945 – 58, tiempo de post – guerra, de reconstrucción de la economía mundial, de expansión del militarismo en América Latina, de fifty-fifty petrolero, de golpe de Estado y dictadura militar pentagonista, de “etapa de oro de las exploración” petrolera, de otorgamiento de nuevas concesiones y de retorno a la democracia burguesa, en esa década de “nuevorriquismo”, los monopolios penetraron las Instituciones del Estado, principalmente las culturales y científicas, las estratégicas de defensa y los partidos políticos.

Durante ese período de diez años “los grupos económicos” en formación renegaron el frágil proyecto democrático para beneficiarse de las políticas emanadas por Washington, negociando y acumulando cuantiosas sumas de capital con las cuales acallaban todo reproche por la entrega de la riqueza nacional. En ese contexto se produjeron las desviaciones que Brito Figueroa califica como: “acumulación delictiva de capital”.

Llegada la década de los sesenta del siglo XX, esos grupos económicos relacionados entre sí a través de la actividad bancaria, industrial, financiera, comercial, servicios, comunicaciones y hasta por asociaciones delictuales, dieron el gran salto, o mejor el gran asalto a las Instituciones del Estado venezolano tras el logro de riqueza. Nada nuevo en verdad, porque así vino ocurriendo desde la fundación de la República en 1830, sólo que en este tiempo sucedió de otra forma y con participación de figuras plebeyunas coligadas para el delito, generalmente con nombres de ilustre linaje. En esas condiciones, dice Brito Figueroa, el Estado venezolano evolucionó “...hacia los intereses de la oligarquía financiera nativa, especialmente con respecto al grupo que con fundamentación denominamos aristocracia del dinero, facilita la acumulación delictiva de capital, apoyándose en disposiciones de gobierno inobjetables desde el punto de vista legal...”.[6] Este discurso, de un Historiador de oficio y militante con la prédica profesional, desenmascaró a la historia indulgente y originó incomodidades en el seno de la Academia adormecida en la neutralidad atávica del así ha sido siempre.

Hasta la fecha de su fallecimiento, en Caracas el 28 de abril de 2000, la pluma del Maestro Federico Brito Figueroa no cesó de buscar en el fondo de los procesos económicos y sociales la usurpación cometida contra la germinal Nación Venezuela desde la inserción al sistema capitalista en formación. Por esa razón insistió en la necesidad de conocer a profundidad el tiempo colonial, pero igualmente estimaba necesario investigar la fundación y desarrollo de la República a los fines de comprender la transición de ese fenómeno al período republicano, y posteriormente, siguiendo el mismo hilo conductor, el proceso hacia la neocolonización como refugio de las clases sociales apátridas y holgazanas que ejercieron el poder lesionando los derechos del pueblo protagonista de la Historia.

Obras emblemáticas:

  • Ezequiel Zamora. Un capítulo de la historia nacional, Caracas, 1951.
  • Liberación de los esclavos, Caracas, 1951.
  • Venezuela, siglo XX, 1967.
  • La estructura económica de Venezuela colonial, Caracas, 1978.
  • Tiempo de Ezequiel Zamora, Caracas, 1981.
  • El problema tierra y esclavos en la historia de Venezuela, Caracas, 1982.
  • Historia económica y social de Venezuela: Una estructura para su estudio, Caracas, 1979/1987.
  • La aristocracia del dinero en Venezuela actual (1945 - 1985) tomo I, Barquisimeto, 1986.

Referencias:

  1. D.F. Maza Zavala, Prólogo a: Federico Brito Figueroa, La Estructura Económica de Venezuela Colonia, Caracas, UCV, EBUC (Colección Ciencias Económicas y Sociales N° XXII), 1996.
  2. Oldman Botello: Prólogo citado, p. 15.
  3. Federico Brito Figueroa, Op. Cit., s/n/p.
  4. Federico Brito Figueroa, Las insurrecciones de los esclavos negros en Venezuela, Caracas, Editorial Cantaclaro, 1961, p. 5.
  5. Cf.: Federico Brito Figueroa, La Aristocracia del Dinero Actual en Venezuela, 1945-1985, Barquisimeto, Fondo Editorial BURIA, 1986, p. 9.
  6. Ibid., p. 24. Historiador de Oficio de: Manuel E. Carrero http://ve.scielo.org/pdf/te/v23n60/art05.pdf

Coordinación de Creación Intelectual

y Desarrollo Socio Productivo

La Universidad Politécnica Territorial del estado Aragua “Federico Brito Figueroa” (UPT-Aragua FBF), cumpliendo con su encargo social. Gaceta Oficial extraordinaria Nº 5.987 del 16.07.2010.

“Contribuir activamente al desarrollo endógeno integral y sustentable en su área de influencia territorial, con la participación activa y permanente del poder popular, abarcando múltiples campos de estudio, bajo enfoques inter y transdisciplinarios, para abordar los problemas y retos de su contexto territorial, de acuerdo con las necesidades del pueblo, a partir de las realidades geohistóricas, culturales, sociales y productivas, ayudando a conformar una nueva geopolítica nacional”.

En correspondencia con el Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019 (Plan de la Patria), en su objetivo nacional 1.5 que enuncia:

“Desarrollar nuestras capacidades científico-tecnológicas vinculadas a las necesidades del pueblo” se han conformado los Centros Universitarios de Investigación (CUI), que tienen como función principal la consolidación del modelo de producción social en las distintas áreas prioritarias de investigación definidas por el MCTI: Ambiente, Energía, Telecomunicaciones, Política y Sociedad, Educación, Vivienda, Hábitat y Desarrollo Urbano, Salud Colectiva, Seguridad y Soberanía Alimentaria, Minería, Metalurgia y Materiales y Desarrollo Industrial, En el contexto de la trasformación de sistema de educación universitaria; que requiere un nuevo modelo para la relación sector productivo-Universidad que sea funcional al desarrollo humanístico, social y económico de la nación”.